viernes, 3 de agosto de 2012

Capítulo dos.


Capitulo dos

El frío hace que todos los hermanos de Wendy, incluida ella, no tengan ganas de ir al colegio. Pero el señor y la señora Darling, los despiertan a las siete de la mañana, como siempre, a gritos. Wendy odia que la despierten de esa manera, así que lo que hace es levantarse antes de empezar a escuchar gritos. Se viste con el uniforme de el colegio, coge su mochila y el libro de Historia y baja las escaleras hacia la cocina, donde solo esta Nana, el perro niñera.
-Buenos días Nana. –Ella le hace una caricia sobre la cabeza, a lo que Nana le responde lamiendo su mano, en señal de afecto.

Mientras ella desayuna, todos los niños bajan las escaleras, ya vestidos y con hambre. Todo el silencio y toda la tranquilidad que había en esa habitación se ha esfumado. Wendy se acaba el desayuno ya que sabe que si no terminará llena de galleta por el pelo y de leche en el uniforme. Sus hermanos son así, todo es un juego, y ella empieza a cansarse.

-Yo me marcho. –Les dice a su familia. –Me voy antes, tengo examen de Historia y quiero repasar por el camino.
-Wendy, -le dice su padre, cogiéndola del brazo para impedir que se vaya. –No quiero que vayas sola estudiando, hay nieve y puedes resbalar fácilmente. Ves a casa de Liam, y ves con él, ¿no vais a la misma clase?
-Sí papá, pero puedo ir sola, ¡no necesito ir con el vecino! –Se niega Wendy. ¿Quién querría ir con un chico que día a día le está repitiendo lo guapa que es y la suerte que tiene de tenerla como amiga? Liam no es feo, -Piensa ella. –Pero no estoy enamorada de él, a mi solo me importa Peter…

Pero al final su padre la obliga. Wendy y Liam van hacía el colegio caminando mientras ella intenta memorizar la parte del temario que le falta. Él la mira cada dos por tres, y cada vez que la mira sonríe, Wendy se pone nerviosa pero intenta concentrarse. Llegan al colegio y Wendy se reúne con una amiga suya, despidiéndose de Liam y dándole las gracias a su amiga por haber estado ahí, no soportaba estar más con su vecino.

-Parece que el examen de Historia me a salido bastante bien… -Comenta Wendy a su familia mientras comen. Comentan como le ha ido a cada uno su jornada de trabajo.
-¿Has respondido todas las preguntas? –Le pregunta su padre. El señor Darling siempre a sido bastante duro en el tema de los estudios con sus hijos, quiere que pongan todo su esfuerzo.
-Claro papá, siempre intento responderlas todas. –Responde su hija, volviendo a mentir. Se a dejado tres, las de el descubrimiento de América.

Terminan de comer y Wendy se levanta de la mesa para dirigirse a su habitación. Pero su madre la llama. Wendy se aproxima a su madre.
-¿Que pasa, mamá? –Pregunta ella ya a su lado.
-Cariño, sé que tu padre te lo ha preguntado muchas veces y tú no le has dado una respuesta concreta pero me gustaría saber donde fuisteis aquella noche.

Se refiere a la noche que pasaron John, Michel y Wendy en el País de Nunca Jamás. Cuando Peter y Campanilla aparecieron en su habitación porque Peter había perdido su sombra. Wendy, al oír esa pregunta por parte de su madre, se entristece. Por un momento que había podido olvidar a Peter y a todos los momentos en el País de Nunca Jamás… Su madre se lo ha vuelto a recordar.

-Mamá… No quiero hablar sobre ello.
-Pero, ¿por qué no, Wendy? –Pregunta su madre, insistiendo. –A pasado más de un año… ¿Tú sabes lo preocupados que estábamos todos aquella noche? ¿Y de donde aparecieron Los niños perdidos? –Sigue preguntando su madre. Toda la familia mira mientras escuchan la conversación que madre e hija mantienen.
-¡Mamá, basta! –Chilla Wendy. – ¡Sé que si te digo donde fuimos no me creerás!
-Al menos dime por qué os fuisteis… -Le pide su padre.
-¡Fuimos a vivir una aventura! –Chilla Michel.
-¿Una aventura? –Su madre pregunta mientras mira a Wendy sorprendida.

Pero en ese momento, una luz entra en el salón. Se mueve rápidamente, haciendo que toda la familia siga el camino que aquella especie de luz va haciendo mientras vuela por la habitación. Wendy sonríe, sabe quién es, sabe que también tiene que estar él. Los niños perdidos están sorprendidos, pero a la vez contentos. Sus padres alucinan y cuando van a seguir hablando con Wendy, se dan cuenta de que no está.

Wendy llega a la habitación de sus hermanos, agotada de subir las escaleras corriendo. Mira a un lado y a otro, pero no lo ve. ¿Y si solo ha venido Campanilla? Mira por las camas, en el techo, en algún armario, pero nada, no hay nadie. Se aproxima a la ventana y saca la cabeza por ella, solo siente el frío, el aire frío en su cara y la nieve que cae a poco a poco. Aunque, en ese momento, escucha como alguien le habla. Es Peter.

-Wendy… ¿Qué buscas? –Ella se gira rápidamente, sabe quien acaba de hablarle. Le mira, no le salen las palabras.
-Peter…
-El mismo. –Dice sonriente.
-¿Pero que haces aquí? –Consigue decirle Wendy.
-Me he cansado de vivir aventuras.
-¿Cómo? –Pregunta sorprendida.
-Quiero vivir la última aventura.
-¿Conmigo? –Pregunta Wendy, algo alucinada.
-Eres la única con la que puedo vivirla…
-¿Y que aventura es esa?
-Crecer.

5 comentarios:

  1. No, es imposible. Está bien como fantasía, es bonito pensar que los dos acabaron juntos y Peter quiso crecer y fueron de lo más normales; el problema es que no es posible. Peter es el eterno niño, un niño que olvida con facilidad a todo y a todos lo que lo rodean, que es capaz de amar, pero no de comprender ese sentimiento ni de llevarlo a cabo. Y Wendy... ella solo desea crecer, madurar, vivir. Ella acaba por olvidarlo, pues es lo que hacen los adultos, olvidarse de que una vez fueron niños. Es trágico, pero es así. Y aunque llores y te desgañites con ellos, lo haces porque sabes que Peter no volvió, porque las cosas tenian que ser así, al igual que sabes, en el fondo de su corazón, Wendy siempre guardaría el nombre del chico al que le pertenecía el beso escondido. Eran el uno para el otro, pero les toco ser quienes eran, dos personas de mundos y realidades distintas; podrían haber sido un chico cualquiera y una chica cualquiera y entonces serian felices y comerían perdices pero no habría historia, sin embargo ellos eran Peter y Wendy, y siempre será así. No se puede cambiar a los personajes al gusto, pues hacer que Peter se comporte como un adulto y Wendy como una niña destruiría la historia y convertiría a Nunca Jamás y a todo el cuento en un sueño, en un infantil pensamiento que ni siquiera llega a cuajar en la joven mente de un niño...

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  2. Aunque tienes razón en todo lo que has dicho, siempre hay algo dentro de nosotros que nos dice que la historia continua y acaba feliz pero nunca se sabe, tendremos que vivir con la intriga. Simplemente me encanta. Escribes genial Marie

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