miércoles, 1 de agosto de 2012

Capítulo uno de la segunda parte de Peter Pan, la gran aventura.


Segunda parte de Peter Pan, la gran aventura.

Capitulo uno.

-Peter, ¿no me olvidarás verdad?
-Olvidarte, ¿yo? Nunca.
-¿Pero volverás?
-Para escuchar cuentos, sobre mí.

Lo que nadie sabía, ningún niño perdido, ni la misma Wendy esperaba, era que un año después, las cosas cambiarían. Quisieses o no, en la casa de los Darling, ya nada era lo mismo, las cosas eran diferentes. Los niños perdidos habían ocupado más atención por parte de los padres de Wendy, y ella, al ser la única chica y con ya quince años de edad, dejando de ser una niña, muchas veces se sentía sola, por más que tuviese siempre a personas en casa que lo último que querían era verla mal. La mayoría de las veces pensaba en Peter, más bien dicho, no había podido olvidarlo. Aquella aventura, aquel beso, aquel recuerdo… Era imposible no recordarlo.

Una noche, mientras todos los hermanos de Wendy hacían de las suyas en la habitación, Wendy miraba por la ventana. Solo se escuchaban el roce de las espadas de juguete y entre estos, los chillidos de los niños intentando ganar cada guerra que se imaginaban, cada lucha por dejar el mal fuera, por ser los protagonistas de aquella lucha entre Peter y Garfio. Todos querían ser como Peter Pan, ellos querían ser como aquel héroe que esperaban, al igual que Wendy, ver una vez más.

Los copos de nieve caían y caían del cielo y entre ellos, podías ver Londres, repleto de nieve, de frío, de la oscuridad de la noche. Wendy suspira, lo echa de menos. Con su mano derecha, coge uno de sus collares. Un agujero en él, un recuerdo más y una sonrisa por parte de ella. Es aquel “beso” que la había salvado de la flecha que iba hacía ella hacía poco más de un año, en el País de Nunca Jamás, lanzada por uno de los niños que ahora reía y chillaba por la habitación junto a los demás. Pero ella no quería recordar el propietario de esa flecha, ni la razón de porque se la lanzó, solo quiere acordarse de él. Y lo consigue, aunque, el momento que mejor recuerda, es el que sabe que nunca más podrá tener, que nunca más podrá sentir. Pues jamás podrá besarle de nuevo.

-¿En que piensas, Wendy? –Le pregunta Michel dándole un pequeño golpe en el hombro de su hermana para que le preste atención.
-En nada Michel, no es nada importante. –Contesta ella, intentando que su hermano no descubra que estaba pensando en aquel que él tiene por héroe.
-Pensabas en él, ¿verdad? -Pregunta de nuevo con una sonrisa.
Pero en ese momento, alguien entra en la habitación. Es la madre, la señora Darling. Ella acuesta a todos sus hijos en sus respectivas camas y después se acerca a Wendy.
-Vamos, señorita, deja de observar las estrellas y vete a tu habitación, que ya es tarde. ¿Has estudiado para el examen de Historia? –Pregunta su madre, esperando la misma respuesta de siempre por parte de su hija.
-Sí mamá, me lo sé todo. –Miente.
-Así me gusta. Y ahora venga, a la cama.

Wendy llega a su habitación después de haber dado las buenas noches a sus padres. Coge el libro de historia y lo abre por la mitad del temario. Solo se sabe la mitad, le falta la otra mitad. Intenta que le entre algo, pero a cada palabra, lo único que le viene a la cabeza son recuerdos, en vez de fechas del pasado, recuerda, como cada día, como a cada hora, aquellos momentos con Peter. Y es que no puede sacárselo de la cabeza, le es muy difícil.
-Vamos Wendy, céntrate… -Se dice a ella misma. –El descubrimiento de América fue descubierto por Cristóbal Colón en el… En el… ¡Ya no me acuerdo! –Grita nerviosa.
Harta de la Historia y de su poca memoria para estas, decide dejarlo y mirárselo mañana, antes del examen. Deja el libro sobre el escritorio y abre la ventana. Recuerda aquello que escuchó entre Garfio y Peter en aquella lucha.

-Ella te iba a dejar Peter... tu Wendy te iba a dejar... ¿Para que iba a quedarse? ¿Qué le puedes ofrecer? Estás incompleto. Prefiere crecer a quedarse aquí contigo. Y ahora echemos un vistazo al futuro. ¿Qué es lo que veo? Si es la bella Wendy, esta en su cuarto con la ventana cerrada...
-La abriré.
-Me temo que tiene barrotes.
-Pues la llamaré.
-No te oye...
-No...
-No te ve...
-No... Wendy…
-Se ha olvidado completamente de ti.
-Por favor basta, basta.
-¿Pero que es lo que veo? Hay un hombre en tu lugar... Se llama marido...”

Wendy no se imaginaba un futuro sin Peter, el propietario de aquel beso… Si el propietario del beso de mamá era papá y ahora estaban casados y él era su marido, ¿Por qué con Peter no podía ser así? Ella sabia el por que, él no quería crecer. Pero ella si, aunque solo fuera por amor, aunque solo fuera, para que aquel chico al que tanto quería, fuese el propietario del beso escondido en su comisura derecha. Y entre tantos recuerdos, sin quererlo, Wendy se duerme.

Después de todo lo que pasó, de todas aquellas aventuras con los niños perdidos, con los hermanos de Wendy y con la propia Wendy, Peter se había quedado solo. Solo le quedaba a Campanilla y todo un país que se sabia de memoria. Cada rincón, cada escondrijo, cada atajo, cada momento pasado en cada uno de ellos. Peter vuela aburrido, en busca de algo que le distraiga. Hace poco más de un año se dio cuenta de que ya nada sería lo mismo. Y es que Wendy le había cambiado. Desde que la conoció, desde que la besó, solo tenia una pregunta en mente: ¿De verdad quiero seguir siendo un niño, no quiero crecer?

Llega a aquel gran árbol, mira en uno de aquellos agujeros en el que en el interior ve luz, aquella luz que solo pueden dar unas criaturas mágicas, minúsculas, como Campanilla: las hadas. Ve, de nuevo, la pareja de hadas bailando alrededor de aquella luz que iluminaba ese momento. Y es cuando recuerda aquel baile, aquella conversación que tuvo con Wendy aquella noche, la última noche en la que vio bailar a la misma pareja de hadas, aquella sonrisa que tenia con solo mirarla, pero que escondía al saber que Wendy también lo miraba a él.

-¿Cuáles son tus sentimientos?
-¿Sentimientos?
-¿Que sientes? ¿Felicidad, tristeza, celos?
-¿Celos? Campanilla.
-¿Ira?
-¿Ira? Garfio.
-¿Amor?
-¿Amor?
-Amor.
-No se lo que es eso.
-Yo creo que si Peter, seguro que tú también lo has sentido. Por algo... o por alguien.
-Nunca. Hasta la palabra me revienta.
-Peter...
-¡Por que lo estropeas todo, nos lo pasamos bien! Te he enseñado a luchar y a volar. ¿Que más puede haber?
-Aun hay mucho más.
-¿Que? Dime, ¿qué más hay?
-No lo sé, me parece que se sabe cuando se crece.”

Y es que después de haber recordado aquello, de saber que ya no hay ninguna razón para seguir siendo un niño, se da cuenta de que de nada sirve estar en el País de Nunca Jamás. Puede que este, no le haga crecer físicamente, pero puede hacerlo sentimentalmente. Peter esta enamorado, pero no se a dado cuenta hasta ahora. Eso quiere decir que ha dejado de ser un niño. Peter sonríe. Después escucha como Campanilla, en su idioma, le dice algo a lo que él responde:
-Sí Campanilla, me marcho, debo ir con Wendy. Debo hacerle saber que quiero crecer junto a ella. 

1 comentario:

  1. M'encanta!
    Escrius molt bé, i a sobre la continuació de Peter Pan!!
    Vull saber que més passa!

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